lunes, 1 de febrero de 2010

>Solo les falta hablar
Es navidad, la casa esta en silencio, hoy las paredes no conducen el sonido estridente de la radio de los vecinos, el festejo en la colonia acabo hace apenas un par de horas, el edificio es una gran sombra negra, dentro todo es un caos, parece que jugar al stop dejo a sus habitantes fuera de lugar.se quedaron sentados, duermen con la cabeza sobre el mantel bordado con flores de nochebuena, otros en los sillones y en las alfombras, o ya de plano en el suelo.
La familia del segundo piso alcanzó a llegar a la cama, el silencio se irrumpe con el cacareo intermitente que emite el moribundo despertador.
-Que horrible resaca, siento como si la fiesta hubiera sido en la lavadora de mi mujer, me duele la cabeza como cuando voy a las sesiones de implantes capilares, sigo ebrio, paren el ciclo, me da vuelta todo –
-Tú, tú tienes la culpa. Si sabes que tu jefe es el clásico avaro que odia la navidad, si no vas a trabajar quién lo aguanta, tendrás que escuchar su discurso de la sobada crisis-
-Pero que tal, empesaste muy modosito a brindar con tu copa de sidra, luego el rompope y de ahí saltaste al tequila y demás convinaciones; te acabaste los poquitos que quedaban.
¿Te acurdas porque el cortinero del baño esta en el suelo?
¡Te colgaste de el, que oso! el tío Mario vino en tu auxilio.
Descubrí que no canto tan mal, oh… blan..ca navi..dad…
¡Papá, papá te dormiste con el traje de Santa!
Bueno eso ya no importa, ahora hay que abrir los regalos.
¡Yo primero, yo primero, abran cancha!
En tres zancadas, descalzos los niños están frente al árbol de navidad que luce sus ya polvosas esferas. La mamá grita al aire, los niños no la atienden.
¡Niños se me van ha enfermar de la HN…de la mentada influenza!
Al pie del árbol están los regalos, las cajas han sido abiertas; no tienen nada, alguien se adelanto al festin,los niños, la mamá, y el Santa Claus con resaca rodean el árbol, unos a otros se preguntan, se acusan, en el rostro de los niños la sonrisa se desdibuja, se convierte en una mueca que antecede a los chillidos de frustracion,nadie se resigna, y en un intrínseco y mutuo acuerdo inician la busqueda;debajo de los sillones, los cojines, arriba del librero, detrás de las puertas, en los cajones, en el baño ,y hasta en la casa del perro, no hay nada, cansados se tiran en los sillones, el papá frunce la cara, muestra solidaridad, la verdad es que siente como si le patearan la cabeza.
Todos piensan lo mismo, no puede ser, no están por ninguna parte.
La mañana transcurre mientras la familia ata cabos, cada uno aporta retazos de los hechos, una vez más revisan la casa, todo esta igual, incluso las sillas fuera del lugar, el desorden es el mismo de cuando se fueron a dormir, las cerraduras no han sido forzadas.
¿No escuchaste nada mami?
Si tú despiertas con el mínimo ruido, pareces velador.
Después de divagar sus miradas se unen en la figura del perro, reparan en que Dingo le ladra a todo lo que se mueve, lo rodean e inician el interrogatorio:
-Tú sabes quien es el ladron, porqué no avisaste.
Dingo ladea la cabeza y mueve la cola.
-Tú tienes la respuesta, con razón dicen que a los perros solo les falta hablar.
El teléfono suena y el Santa Claus con resaca descuelga el auricular, un grito de ultratumba se deja escuchar.
¿No vas a venir a trabajar?
-¡Qué piensas!
-¡te estoy esperando!
El teléfono lo regresa a la crudísima realidad.
Antes de salir mira con tristeza a todos, sabe que su intento por hacerlos felices ha fallado, los regalos se perdieron. lo despide en la puerta el perro, testigo del robo.
Ya rumbo al trabajo: medio adormilado se acuerda que el único invitado fue el tío Mario.
Leticia Díaz Gama